Beneficios de la alimentación crudívora - Doctor Sonrisal - Red Latinoamericana Saludable





Cuando hablamos de alimentación crudívora nos referimos a todos aquellos alimentos que se pueden comer crudos y que, en realidad, son la mayoría: frutas, semillas, legumbres germinadas y verduras. Estos alimentos que no han sufrido modificaciones por la temperatura ejercen efectos muy benéficos sobre el organismo humano ya que mantienen intactas sus propiedades físico-químicas y nutricionales y son fuente de elementos esenciales para el mantenimiento de la salud, como es el caso de las vitaminas, minerales y ácidos grasos esenciales.
Beneficios de la alimentación cruda:
  1. No produce leucocitosis postprandial, es decir, no hay aumento de glóbulos blancos después de la digestión, lo que significa que el organismo conoce el alimento crudo y no reacciona ni se defiende contra los “alimentos” extraños que considera enemigos. El sistema inmunológico se beneficia. Eso sí sucede con los alimentos cocinados.
  2. Es un alimento vivo.
  3. No pierde vitaminas, minerales y aromas.
  4. No pierde la actividad enzimática.
  5. Fácil digestión.
  6. Aumenta energía vital.
  7. No produce sueño postprandial. No hay modorra.
  8. No es mucógeno y no inflama las mucosas.
  9. Elimina las bacterias putrefaccientes y genera una flora colónica favorable
Que el alimento cocido no tiene vida es una verdad “de perogrullo” porque todos sabemos que cualquier ser vivo sometido a las condiciones de cocción, muere. Al cocinar se pierden en mayor o menor proporción varios nutrientes: vitaminas, minerales, esencias aromáticas; no es que se pierdan todos pero sí una buena parte de aquellos que son sensibles al calor (termolábiles) o de los que son solubles y pasan al líquido de coción (que se pueden recuperar), y de los que son volátiles (los aromas) que pasan al aire; la pérdida es mayor cuanto mayor es la temperatura y el tiempo de cocción.
Las esencias aromáticas son sustancias volátiles que normalmente va despidiendo el alimento (ese rico olorcito…!). Los aromas que son agradables a nuestro sentido del olfato, tienen acciones farmacológicas saludables para el organismo: aumentan la secreción de saliva (se me hace agua la boca…!) y la secreción de enzimas digestivas, aumentan la sensación de saciedad y permiten disminuir la cantidad de comida. La actividad enzimática que se pierde al cocinar los alimentos es muy importante para la digestión. Entre estas enzimas se encuentran las que actúan en el catabolismo celular de los tejidos que forman el alimento. Muchas de ellas tienen la función de desintegrar las macromoléculas (proteínas, almidones, ácidos nucleicos) como también a otras más pequeñas (fosfolípidos, nucleótidos, polipéptidos) que hay en el alimento y que no pueden ser absorbidos por la mucosa del intestino sin esa modificación química. Esa función también la tienen las enzimas digestivas de nuestro organismo, con la ventaja de que las del vegetal son específicas para las moléculas que acompañan.

Contrariamente a la que se cree vulgarmente, los alimentos crudos son más fáciles de digerir que los cocidos por la presencia de las enzimas propias que vimos en el punto anterior. La energía radiante o “aura” que tienen los alimentos crudos (como todos los seres vivos) también se pierde al cocinarlos.
La modorra postprandial se debe a los alimentos cocinados: cuando se consumen alimentos crudos desaparece esa sensación de letargo. Muchos resfríos y otras manifestaciones de mucosas inflamadas que se atribuyen a factores climáticos: frío, lluvia, se deben en realidad a la capacidad de producir mucus de los alimentos cocidos, en especial a los refinados, farináceos, etc. Los alimentos crudos no sólo no producen mucosidad sino que pueden llegar a evitar la que producen los alimentos cocidos.
El tipo de bacterias que predomina en el intestino depende de la alimentación, ya que ésta determina el medio de vida que encontrará el microbio. La flora intestinal que genera el alimento crudo es muy favorable para nuestro organismo: ella sintetiza vitamina B12, aminoácidos y ácidos grasos esenciales, y además tienen la capacidad de digerir las fibras y extraer de ellas nutrientes como minerales, oligoelementos, vitaminas y otros.
Si buscamos en el diccionario, encontramos que la palabra “crudo” está asociada a conceptos negativos: “cruel, áspero, despiadado”; “aplicado a la fruta que no está en sazón”; “dícese de los alimentos difíciles de digerir”; “aplicado al tiempo muy frío y destemplado”; tal vez a eso se deba el rechazo hacia la alimentación crudívora.

En realidad, los alimentos en su estado natural, no se presentan crudos: la naturaleza, a través de los rayos solares los “cocina” hasta su punto justo para que puedan ser consumidos. Los alimentos naturales han sido perfectamente cocinados por el sol, el gran “cocinero” natural. Por eso nuestro consejo es:
  1. Que no falten frutas en la dieta, pero cómelas siempre lejos de las comidas principales.
  2. Que no falten las ensaladas crudas en las comidas principales.
  3. Ingerir igual o mayor cantidad de alimento crudo que de cocinado. Y si es cocinado mejor al vapor, pues destruye menos nutrientes. La pseudocultura “del todo rápido, fast down” ´pondrá aquí su excusa de siempre, pero nosotros siempre diremos lo mismo: primero es la salud y luego lo demás. Un trabajo extresado, con prisas de aquí y allá, sin tiempo para ti mismo y, sobretodo, cuando estás constantemente quejandote de lo mal que “lo llevas” y no haces nada por cambiar, es decir, si vives para trabajar, todavía te queda mucho por evolucionar… Si quieres aprender a trabajar búsca fotos por Internet de cómo se trabaja en Google o en Suecia, aprende de la cultura del “slow down”.
  4. Ingerir primero lo crudo y luego lo cocinado o por lo menos juntos.
    Aquellas personas que no toleren la alimentación cruda deben incorporarla en pequeñas cantidades y consultar con el profesional para hacerlo según sus condiciones personales.

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